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Mostrando entradas de enero, 2009

¿HASTA DONDE ESTÁS DISPUESTO A LLEGAR?

¡Es la cabeza! Dicen los mentalistas. ¡Es su físico, ese privilegio! Clama la evidencia. ¡Es su mirada! ¡Es el peso de su bola! ¡Es el Tío Toni! ¡Es…! Es otra batalla ganada. Esta vez, la batalla más larga de la era Open en Australia. Y Verdasco, por supuesto, ha dicho que está orgulloso de su contribución. Es evidente que dos no agonizan si uno no quiere. Lo mismo le pasó a Federer en Wimbledon. Un parecido orgullo ¿Y se acuerdan de Guillermo, aquel fantástico Coria en la final de Roma 2005, posiblemente la batalla más agónica de la historia de la tierra batida? ¿Recuerdan aquel quinto set, con Rafa perdiendo 3-0, en el que todo parecía a favor del argentino? Bueno, no mencionemos mucho aquello… Hasta entonces hablábamos de Guillermo II de Argentina, aquel aspirante a conquistar la tierra de forma natural durante algunas campañas… Una vez recuperadas las pulsaciones. Una vez guardados en la retina esos intercambios (de nuevo) imposibles, esas carreras de lado a lado, esos gestos de ra

SEMIFINAL ESPAÑOLA EN AUSTRALIA

Mi cuñado francés siempre me gana al squash, pero eso a ustedes no les importa, y a Simon y Tsonga no les consuela. Hablemos entonces de la semifinal de mañana. Y primero de personas. Rafa acaba de decir a la prensa que fuera de la pista es un miedoso. A Fernando, sin embargo, casi siempre lo vemos subido en coches de alta potencia y cuidada línea estética. A Rafa tienen que robarle fotos con su novia de la pandilla en sitios inaccesibles, mientras Fernando aparece a menudo vestido de gala, mostrándose junto a bellezas en concurridas veladas. Arriesguemos. Como persona es evidente que Nadal pretende ser Rafel, mientras Fer quiere ser todo un Verdasco. Bajemos a la cancha, allí donde no hay personas, sino niños resolviendo conflictos a raquetazos. ¿Cómo juega Rafel al tenis? Todos lo sabemos, porque jamás hubo nadie tan transparente como él sobre la pista. Cada uno de sus gestos es un derroche de potencia y de presencia, sin apenas interferencias entre nuestros sentidos y su corazón. “V

LA ALTURA DE LA EXPECTATIVA

Un caluroso día de agosto en la sierra de Madrid, en el cambio de siglo, se jugaba la fase previa del torneo de El Espinar. En una pista vacía, Nacho Truyol, entonces un jugador emergente, le daba una clase a un jovencísimo Verdasco –más adelante fue su entrenador, uno de tantos-, hasta meterle la famosa ‘bicicleta’, un doble 6-0 en contra, en menos de una hora. Entre pelotazos de Fernando todavía sin control, me encontré con Vicente Ramos (ex jugador de la Selección Española de baloncesto en los años 60-70). Resulta que Fernando es mi sobrino, me dijo. Vaya repaso, ¿no? Apunté sin molestar. Sí, pero como Fernando juegan muy pocos al tenis, respondió; los que saben dicen que va a ser buenísimo. Y Fernando creció. Y ‘los que saben’ a los que se refería Vicente, tenían que seguir apuntalando cada paso delante de los incrédulos. ¡Ay, si se lo creyera! Pero si es un top-50. Ya, pero su tenis es de top-15. Vale, pues ya está el 14. Sí, pero pierde lo importante. Pero jugará la Final de la D

JOAN CREUS: UN TIPO DE FIAR

El relato breve más famoso del mundo, dice así: “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Mientras a los demás nos daba tiempo a nacer, crecer, y jubilarnos, Joan Creus seguía allí. Veinticinco años como jugador profesional de baloncesto, más que una carrera deportiva es un ejemplo de vida. Y sus estadísticas acumuladas (20.217 minutos en cancha, cerca de 10.000 puntos sumando Primera División y ACB, 1.503 asistencias, 780 partidos jugados…)* podrían ser elevadas a unidad de medida. ¿A ti qué tal te fue? Bien, no me quejo, me quedé a 18 años, siete mil y pico puntos, y más de 1000 asistencias de ser Creus. ¿Y tú? Pasé una mañana escuchándole hablar de su etapa de jugador. Sus primeros años los definió como los más competitivos de su carrera y los últimos como años de buen competidor. En ellos, se convirtió en un jugador mucho más eficiente. Dejó de obsesionarse con el objetivo final -que no estaba en sus manos-, dejó de pelearse con los rivales por la cuestión estadística,

EL BALONCESTO A CIEN PUNTOS

En el siglo pasado tuvimos en España una revista llamada Nuevo Basket con la que muchos crecimos deportivamente. Aquello era orfebrería pura. La obsesión de un genial italiano llamado Franco Pinotti. Años después, la revista echo el cierre, pero duró lo suficiente para dejar poso en una generación entera de adolescentes. Supongo que muchos de ellos son los que de vez en cuando evocan los primeros partidos NBA retransmitidos por Ramón Trecet -aquellas noches ‘Cerca de las Estrellas’-, aunque Nuevo Basket era todavía anterior. Su formato se prestaba al modelo americano de largas entrevistas, artículos enjundiosos y análisis estadísticos de páginas enteras: en definitiva, un placer para gente ávida de un mundo nuevo; el baloncesto de aquí y allá. En la revista de Pinotti algunos descubrimos las primeras fotos, noticias, crónicas y estadísticas de aquel mágico elemento, hoy tan cercano. Y uno recuerda detalles que llaman poderosamente la atención: por ejemplo, la cantidad de partidos que s

GASOL Y TEX WINTER

El baloncesto español solamente tiene un entrenador campeón de Europa absoluto de selecciones (por la gracia de Holden, ese ‘ruso’ de Pittsburgh que nos aguó la fiesta el verano de 2007). Se llama Manolo Coloma, y consiguió el título en Italia, hace tres lustros, dirigiendo a doce mujeres. Manolo morirá entrenador, aunque ahora no ejerza, y su pelo está adquiriendo un largo que refuerza su categoría de sabio en excedencia. Escucharle, por tanto, aparte de ser un placer es también una clase que sus amigos podemos recibir por lo que cuesta un café italiano, como le gusta tomarlo. Comentábamos sobre entrenadores y su experiencia, cuando me dejó una perla que merece la pena contar. “Pablo, -me dijo-, los americanos nos siguen aventajando en una cosa: su respeto por el ‘staff’ técnico. A veces, la ‘arriesgada’ apuesta por un primer entrenador inexperto, tiene una solución muy sencilla. De los dos ayudantes, por lo menos uno ha de tener el pelo blanco y una vida en los banquillos”. A finales

LAS MANGAS, EL CUADRO, LA FORMA

Desde que el Open de Australia forma parte de la futura gloria del tenista, cosa que ocurre hace menos de dos décadas, los top del ranking empiezan la temporada con un nivel de estrés muy poco recomendable: necesitan ganar los partidos antes de alcanzar la forma. Y en tenis, la forma –sobre todo mental- es prácticamente lo único que acaba separando a los buenos de los muy buenos, y a éstos, de los mejores. Se supone que diciembre y mitad de enero conforman la pretemporada del mundo del tenis. Y en el diseño de una pretemporada profesional, sobre todo en los tiempos que corren, está obligatoriamente incluida la participación activa del deportista en la campaña de marketing de sus patrocinadores. Pero si Nadal, o Federer, o Djokovic, se detienen diez minutos más de lo imprescindible a pensar en el color de la camiseta que les han dejado en el vestuario, con o sin mangas, saben que llegará Murray… o Roddick, o Tsonga, o Davydenko… o cualquiera del cuadro, y les quitará uno de los cuatro t

EL TENIS Y LA ILUSIÓN

Tengo que jugar el partido de tenis de los martes como sea. Es mi ilusión de cada martes. Una vez, en medio de mi recuperación de las rodillas, en una de las charlas con Leo, me explicó esa particular teoría de la ilusión. Yo creo que no es un término científico, pero se me quedó muy grabado. Me convenció de que cada día, cuando me levantara de la cama, el primer pensamiento obligatoriamente debía de ser sobre algo que me ilusionara. Le había contado que durante todos los años en los que me dolieron las rodillas, cada mañana lo primero que hacía era pensar en ellas, sentirlas, tratar de averiguar si ese día concreto me iban a dejar un poco en paz los dolores. Por lo visto, cuando actúas así, el resto del día está muy mediatizado por ese pensamiento. Durante años me levantaba con dolor, y todo alrededor era dolor. No siempre la gente lo notaba, por supuesto, y no todos los días sucedía, pero sí que me ocurría en una gran mayoría de ellos. Ahora, por ejemplo, los martes casi siempre me

HACIA HOSPITALET

(Enero de 1989. Un pívot y un base de 17 años van hablando en el autobús que les lleva hacia el torneo de Hospitalet) -Menos mal que no vienen los del CAI que están con el Senior. –Pues no sé por qué, me gustaría que estuvieran. Con ellos también les ganaríamos. –Ni de coña. ¿Cómo pararíamos a Miguel Hernández? Es mucho más fuerte que Pajarón –Pues el año pasado le paramos con la zona de ajustes de Pepu. Además, seguir hablando de esto es perder el tiempo. Ni Hernández ni Dani Álvarez vienen… y tampoco viene Pepu. Por cierto, ¿no ves a Javi algo nervioso? –Yo no. Supongo que le habrán dado ánimos antes del viaje. ¿Crees que se llenará el campo? – En las semifinales y en la final, sí. – A ver si nos metemos. – Pero no seas tan agorero, tío, que el año pasado teníamos peor equipo y al final ganamos. – Vale, vale: pues a ver si repites MVP también. – Pues tú pásame dentro, y tendré posibilidades. – ¿Y qué hago con Alfonso? Si te parece le digo que te las voy a pasar para que ten den el tr

EL LISTÓN DEL NÚMERO UNO

El tenis y el golf viajan de la mano en cuatro momentos concretos de sus respectivas temporadas, sus torneos “Grand Slam”, que sirven para concentrar al espectador alrededor de la gloria. En ellos, la victoria es mucho más que un trofeo y un gran cheque. Ganar Wimbledon, por ejemplo, eleva la clase social del jugador para siempre, con detalles como ese exclusivo vestuario de campeones al que Nadal aspira a entrar en pantalones-pirata. En ambos casos está muy definido además el concepto de ‘cuarto grande’. En el golf le corresponde al Open de la PGA y en tenis al recién finalizado Abierto de Australia. Su paralelismo es todavía mayor, pues normalmente se distinguen por lanzar nuevos nombres a la arena de aspirantes a número uno. Sucedió con Sergio García en 1999, cuando, con 19 años, puso en aprietos a Tiger Woods en la última jornada de un PGA recordado por aquel golpe imposible detrás de un árbol, y acaba de suceder en Melbourne, con la sorprendente eliminación de Federer y Rafa en se

TIRAR Y METER

¿Cuál es la diferencia entre un buen jugador de baloncesto y uno malo? Prueben a realizar la pregunta delante de un número representativo de entendidos de nuestro deporte. Podrían garantizarse un amplio número de respuestas: les aporto una, por si quedó fuera del amplio espectro. “La diferencia entre un buen jugador y uno malo, es que el bueno normalmente tira y mete, y el malo normalmente tira y no mete”. Les aseguro que cuando me tocó responder, hace años, ni se me pasó por la imaginación: y eso que ya me pagaban por jugar. En mi descarga diré que tuve que responder después de una derrota, y supongo que las excusas no me dejaron ver el norte. Me acuerdo que luché por imponer mi criterio sobre las causas de un mal partido. Quizá empecé hablando de un mal arbitraje, para seguir por los errores del entrenador, antes de cerrar el catálogo de posibles justificaciones con algún pívot incapaz de finalizar un ataque, o con el alero que desperdiciaba balones. Seguramente todo era verdad, pero

LOS EMPAREJAMIENTOS Y BILL MURRAY

Nos lo tomamos a broma, aviso de que seguramente no seré el único que haga la referencia, y pido perdón de antemano pues una parte importante de la aportación de alguien que –supuestamente- sabe de algo debe estar basada en la originalidad del comentario. Pero no me digan que el próximo sorteo de los emparejamientos de la Copa del Rey no quedaría perfectamente contado por aquel gran Bill Murray que, en la película El Dia de La Marmota, se levantaba cada mañana con el mismo escenario –y las mismas escenas- del día anterior. Comprenderán, comprendemos, que por mucho esfuerzo que se ponga no es posible vender el enésimo partido de primera ronda Madrid-Barcelona como el cruce del siglo. Bill pondría esa cara que sólo sabe poner él, e inexpresivamente comentaría: amigos, es otro Madrid-Barça. Disfrútenlo. Y seguro que sale bueno, porque La Copa, ese gran invento, lo potencia todo. ¿Será mejor el Cruce de la Marmota que el Tau-Pamesa, o que ese nostálgico Estudiantes-Joventut que a todos no

EL HOMBRE QUE SABIA DEMASIADO

“Pablo, la razón es narrativa”, me solía apuntar cuando –como es habitual- me iba por las ramas, y supongo que lo seguirá haciendo porque no creo que perdamos el contacto. Al fin y al cabo, sólo se ha retirado del baloncesto, pero no parece sencillo que pueda dejar de ser mi hermano. Hay cosas, menos mal, que no dependen ni de su voluntad, ni de mis méritos. Gonzalo Martínez, Gonzalito para los de Estudiantes, o G-MAN en Gran Canaria (hay vestuarios más modernos que otros), se ha vuelto a adelantar a los acontecimientos: esta vez, se adelantó a su último contrato deportivo. Vio más allá –como es habitual-, analizó el problema, y tomó una decisión. Seguramente de nuevo la correcta. Es la historia de su vida, qué se le va a hacer. La historia de un privilegiado individuo que ha venido utilizando montones de herramientas sobre las que apoyarse y no dejar de crecer. Y uno, que le ha podido seguir de cerca, que se tiene por curioso y que además lo admira, a veces se preguntaba: ¿no se le qu

PRIVILEGIADOS.

Ganarse la vida jugando al baloncesto es sin duda un privilegio. El juego es uno, pero las especialidades varias. Los que más suelen disfrutar son los mete-puntos. Y eso que desde hace tiempo escasean estadísticas como la de Rudy del sábado: 34 puntos con 23 tiros a canasta; quién los pillara. Anotar se complica cada vez más, aunque los niños, en los entrenamientos, supongo que seguirán soñando con tirar mucho y meter siempre. En un segundo nivel de privilegio deberíamos colocar a los que organizan. Sobre todo cuando el entrenador delega claramente los galones con mando en cancha. Quizá este tipo de jugador no siempre lo pase tan bien como el que tira cuando quiere, pero les aseguro que se puede disfrutar bastante con ese desempeño. En un tercer peldaño necesariamente aparecen los que se pegan dentro y fuera. Los fuertes. Aunque fuertes ahora están todos, nos estamos refiriendo a los que cobran fundamentalmente por rebote, bloqueo, defensas de máxima exigencia, y otros trabajos de grue

APRENDER A GANAR

Lo más difícil del baloncesto, sin duda. Lo más difícil de cualquier deporte. ¿Se puede enseñar a un jugador a ganar un partido? Se le puede enseñar la técnica del juego, la defensa, el ataque, el pase o el tiro, pero sólo unos cuantos privilegiados consiguen entender el cómo y el porqué de una victoria. Esos jugadores valen mucho dinero. Cuando se da la circunstancia de que se juntan varios en el mismo equipo, difícil será para el contrario. Estos jugadores tienen una cualidad que los distingue del resto: su concentración permanente en el juego. Desde que ponen el pie en el parqué, sólo tienen un objetivo. Sin más. Sin muchos adornos, sin concesiones al lucimiento más allá de las estrictamente necesarias, pero con la idea muy clara; qué hacer para que el equipo gane. Ser un buen jugador de baloncesto no significa tener esta cualidad ni mucho menos. Es más, en un deporte tan estético como el nuestro, no todo el mundo es capaz de valorar esta especial virtud. Para definir a un jugador s

HUELVA EN MIS RECUERDOS

Una de las cosas más bonitas que puede suceder en esto del deporte profesional, es ésta: imaginad que, trascurrido un tiempo, pasada ya la página de ponerse las zapatillas todos los días, para ganarse mal que bien los duros tratando de ordenar en la cancha a cuatro compañeros –cosa que costaba un mundo, por cierto-, le piden a uno escribir unas palabras para recordar una experiencia imborrable, o para saludar a toda una afición inmejorable y a una ciudad en la cual fui feliz; que todo eso fue Huelva para mí. Pues eso me ha pedido un gran amigo. A ver si soy capaz de poner en un pedazo de papel algo que nunca se me olvidará; los seis meses que pasé junto a vosotros. A la historia, por lo menos a la que yo tengo en mi recuerdo, habría que cambiarle el epílogo. Si un guionista americano de esos que siempre acaban con sus finales llenos de felicidad, se hubiese encargado de la película, ni yo me hubiese lesionado, ni John Williams nos hubiese metido ese ‘churro’ en el último segundo del ú

INERCIAS

“One day, one dollar, another day... another dollar”. Lo aprendí con 20 años. Fue prácticamente lo primero que les oí a los americanos del equipo. En aquel momento me pareció la típica estupidez que no servía para nada. Hoy, sin embargo, lo utilizo para iniciar opiniones. Como cambian los cuentos. En la ACB hay un equipo de moda. Todos los años pasa. Cuando la competición se inicia, los pronósticos vuelan por doquier. Este año, tal cosa... y los argumentos ocupan páginas enteras. Pero después la realidad suele ser más simple: hay equipos que comienzan la liga con un objetivo, y cada uno pone exactamente lo que el conjunto necesita para llegar a cumplirlo. “one day... el que tiene que meter los puntos, se dedica con profesionalidad y competencia”. “Another day... el que se sienta en el banquillo genera las rotaciones y la confianza en su trabajo que sus doce jugadores esperan para cumplir lo ordenado”. Este año la frase se cumple por el norte. Volvió el Aguilas de Bilbao, o el Kas, con

ARTISTAS

Curar lesiones puede ser un arte. Me contaron la historia de un ‘artista’ que llegaba a utilizar la ilusión del paciente como herramienta de curación. “Desde ahora, y durante los treinta próximos días, tienes una tarea obligatoria: tu primer pensamiento al despertar será forzosamente sobre algo que desees hacer ese día… ¡y tendrás que cumplir con ello! ¿Estamos?” Y sí, parece que el paciente estaba. Por lo menos el que me lo contó, lo hizo. Y funcionaba. El ‘artista’ lo llamaba pomposamente ‘La Teoría de La Ilusión’. Nada menos. La puesta en marcha era simple. Ring del despertador, y objetivo al canto: “esta tarde me compro el directo de Dylan en el Royal Albert Hall de Londres en 1966. De hoy no pasa”. La búsqueda podía durar horas, pero había que cumplir el objetivo. Y así durante treinta días, con sus treinta ilusiones, y una filosofía detrás: cambiar la forma de pensar sobre las cosas. Entrenarse en positivo, Eliminando la senda dolorosa que puede llegar a cronificar cualquier lesi

A PARTIDO PASADO

Cada vez que alguien me ha hablado de posibles limitaciones de Felipe Reyes como jugador de primer orden, me viene a la mente su imagen persiguiendo victorias sin atender a razones. Entrenábamos juntos un día en 1997, con el equipo B de Estudiantes, cuando hacia el final de la práctica al entrenador se le ocurrió pitarle en contra dos faltas. En qué momento. A la siguiente escena le faltó únicamente la cabina telefónica en la que entraba Clark Kent y salía Superman. Felipe abrió el grifo de la testosterona, y de repente la cancha se tornó tira de cómic, con el ‘pequeño Reyes’ arrinconando a cinco circunstanciales rivales para darle vuelta a un vulgar partido de entrenamiento, como si le fuera la vida en ello. Esa actitud en cualquier profesional competente suele recibir elogios a punta de pala. Porque además es contagiosa. Y uno piensa que entre las numerosas armas del Madrid de Plaza, con Felipe de capitán, el grifo de testosterona ha sido uno de los recursos que en ciertos partidos c

DEL BASE TOTAL AL BASE GLOBAL

Si traducimos literalmente Point Guard, obtenemos un punto que guarda, que custodia… el bajito de toda la vida, o sea. En el baloncesto americano se decía que los bases podían ganar partidos, pero eran los pívots quienes ganaban campeonatos. Con la aparición de Oscar Robertson en los 60, y sobre todo con Magic a principios de los 80, la cosa cambió. Hasta entonces, la pareja Cousy-Russell de los dinásticos Celtics había sido un buen ejemplo. Bob Cousy, el bajito que custodiaba a los verdes, llegó a Boston en el año 51, pero hasta que Bill Russell aterrizó en 1956 su casillero de títulos permanecía en blanco. A partir de entonces cayeron seis casi seguidos. Poco más tarde Oscar Robertson, con dos metros y dominando cada faceta del juego, coincidió en Milwaukee con Lew Alcindor. El Gran Oscar ya podía hacerlo todo solito, aunque es cierto que la llegada de Alcindor le dio su único título de campeón NBA. Después Alcindor se convirtió en Kareem Abdul Jabbar, y durante su etapa con Magic e

EL EQUILIBRIO INESTABLE

A nadie le consta que Antonio Magariños, fundador de Estudiantes, se levantara un día en aquel Madrid de 1948 inspirando la frase que más tarde Luther King dejó para la posteridad. Aunque bien es verdad que aquello de “¡Ayer tuve un sueño!” hubiera colado como explicación a la decisión de un Catedrático de Latín que fue convencido por sus alumnos para impulsar un deporte que acabó montándose encima del fútbol en el Ramiro de Maeztu. Pero si Don Antonio no soñó el Estudiantes, lo que sí parece estar escrito fue su pensamiento sobre un posible futuro: “…en los albores del siglo que viene, quien sabe si Estudiantes no andará jugando partidos al otro lado del océano, o llenando recintos como el estadio Chamartín…” La sentencia no es literal, pero la entrecomillo por boca de Luis Martínez Arroyo, uno de los jugadores de aquel primer equipo de hace sesenta años, y que por cierto es mi tío y padrino. Ya saben, las sagas. Charlando andábamos una tarde, con Estudiantes como excusa, cuando surgi

LA PROFESION VA POR DENTRO

Aquellos que tengan el baloncesto como un pasatiempo de primera necesidad, pueden seguir con la boca abierta. Estos ‘Chicos de Oro’, ‘Chicos de Pepu’, ‘Amigos de Japón’, o simplemente ‘Mejor Selección Española de Baloncesto Hasta El Momento’, nombre original y difícilmente transferible, no quieren parar de sorprendernos. Ya no es que sus sonadas victorias y derrotas sean de todos, abran portadas, provoquen adjetivos súper-calificativos, y aumenten el ‘share’ de las cadenas de televisión, no; es que a algunos de sus protagonistas les estamos siguiendo hasta la zona más personal de sus carreras deportivas: las lesiones. Ocurrió el año pasado con Pau, y se ha vuelto a repetir con Jorge Garbajosa. La última noticia sobre Jorge es que se va finalmente a Baltimore a una revisión en la cual determinarán si necesita operarse de nuevo. Los médicos de Toronto han detectado algo raro en la evolución de su pie dañado, y quizá la solución pase por una nueva operación. Pero resulta que esto, que nor

RESPETEMOS A NAISMITH

Según parece, James Naismith, o Jim entre los suyos, era uno de los chicos más fortachones del colegio. Y su biografía dice que se licenció en Arte con más voluntad que vocación, pues antes que inventor fue sobre todo un enamorado del deporte con grandísimas influencias presbiterianas, lo cual le llevó a la necesidad de ayudar a otros mediante dos herramientas: ejercicio y espíritu. El resto es más conocido, claro. Un día le encargaron que creara un juego bajo techo, porque en Massachussets hacia mucho frío en invierno, y nos dejó el baloncesto. No podremos agradecérselo bastante. O tal vez sí. Se me ocurre que lo hacemos cada vez que respetamos su invento, por ejemplo. Y el Basket Ball nació con dos objetivos fundamentales: “que sea justo para todos, y que esté exento de juego sucio”. Es decir, para que fuera practicado por buenos chicos. Esto viene a cuento porque el Joventut fichó en verano a Lonny Baxter, pero no debutará la semana que viene. Resulta que se ha pasado sesenta días e

EL ENTRENADOR Y SU MALETA

Esto iba de La Soledad del Entrenador, un melancólico y manoseado concepto que pretendía usar para escribir cuatro párrafos sobre Phil Jackson, Pat Riley, Ivanovic, Joan Plaza, o Pepu Hernández. Pero resulta que ayer estuve de oyente en una breve charla entre dos amigos cercanos. Eso sí, amigos sobradamente preparados para hablar de lo que saben. De baloncesto, por ejemplo. Y la cosa, que empezó por los problemas colaterales de un equipo con varias derrotas seguidas, acabó derivando en otro concepto: la Autoestima. Según escuché, es algo que debería viajar siempre en la maleta de cualquier entrenador que pretenda convertir su pasión en un modo de vida y futuro. Y quizá hasta le pueda servir como antídoto a su soledad, añado, por aportar algo a lo muy manoseado. Pase lo que pase, se decía en la charla, jamás se puede perder la Autoestima. Y desde esa máxima, revisemos algunas imágenes. De repente, por ejemplo, la gomina de Riley, y sus trajes impecables, ya no serían elementos accesorio

FIGURAS EN YOUTUBE

Hace un par de días me dieron un soplo: “entra en Youtube, escribe Serge Ibaka, y verás a un ‘figura’ que dicen que acabará en la NBA”. Y allí que me fui, sin pagar entrada. Y la cosa merece la pena. Son cinco minutos de un hombre jugando con niños. Tapones, mates, rebotes, tiros de corta, media, larga distancia, segundos y hasta terceros intentos tras fallo (tal vez mejorable su mano cerca del aro), y salidas botando por el pasillo que en el baloncesto del siglo XX solían ocupar casi en exclusiva los aleros que se ganaban parte del jornal como palomeros. Y todo ello desde aproximadamente dos metros siete centímetros, 18 años, y cuerpo de súper atleta, claro. Una delicia de video, al alcance de cualquiera, y que pienso recomendar, entre otros, a un amigo de mi hermano que mantiene la teoría de que Youtube es el mejor invento de los últimos cien años, después de la penicilina. Pero como solía decir un sabio directivo de Estudiantes, cuando creía que asuntos secundarios de marketing esta

EL BALONCESTISTA EJEMPLAR

Me viene a la cabeza Ricky, claro. De hecho, pretendo utilizar sólo su ejemplo hasta las últimas líneas de este artículo. Siento no haberle pedido permiso, pero cuando le conocí, hace casi dos años, este periódico no estaba planteado, y mi columna menos. Solamente pude contar la experiencia a mis cercanos. Fue durante un partido entre dos colegios. Uno, el suyo, de Badalona. El otro, de Barcelona. Las gradas estaban repletas de chavales. Y la pasión se desbordaba. Ricky no jugaba. Estaba en el banquillo, vestido de calle y animando a sus compañeros, porque en un partido anterior de la misma competición se había hecho un esguince de tobillo. Los que estuvimos allí, difícilmente podremos olvidar aquella tarde de viernes. Lo primero de todo, porque el partido colegial fue la locura. Particularmente, además, porque me sirvió para iniciar el análisis sobre un chico que deja tanta huella, que tiene rango de caso. En aquel ambiente, tan lleno de caos y pasión, se le podía confundir con uno má

SIGUE SOÑANDO, ROGER, POR FAVOR

Calculo, sin mirar su biografía, que ya deben ser más de veinte años creyendo que se pueden pegar todas las derechas y todos los reveses con la raqueta por delante del cuerpo, como trataban de enseñarnos los profesores cuando empezábamos. Me acuerdo de que esa era casi la primera lección. ¡Ponte de lado y pega delante! Se oía prácticamente con cada pelota que uno trataba de impactar. La bola llegaba desde el otro lado de la red, y en ese momento el profesor, dada la premura de la acción, enmarcaba toda la verdad filosófica del tenis en tres palabras y una orden: ¡pega siempre delante! Pegar siempre delante. El sueño de cualquier amante del tenis. Solamente cuando el tenista principiante ha conseguido controlar la velocidad de bola con el profesor al lado de la red, estará dispuesto para el siguiente reto. El profesor se irá entonces alejando hacia el fondo de la cancha proponiendo un intercambio a una mayor distancia. Pero la velocidad de bola tendrá que estar en todo momento bajo cont

NAVARRADAS

Se acabó. A partir de ahora, para verlo jugar en directo, será de madrugada y por la televisión. O eso, o habrá que gastarse la pasta en viajes a Memphis, o habrá que esperar al próximo verano para que vuelva a ponerse la camiseta con la que suele colgarse oros, platas y bronces junto a sus amigos de quinta, cancha y cartas. Navarro estuvo el jueves en el Palacio de los Deportes de Madrid, buscando su primera victoria como jugador NBA y despidiéndose de los que hasta ahora habíamos sido sus admiradores a tiempo completo. Que no es que vayamos a dejar de serlo, sino que desde noviembre tendremos que compartirlo con los americanos. Él lo ha querido así, y no nos queda otra que respetar su querencia. De momento, y en sólo dos semanas, ya le han buscado un nuevo mote para su nueva vida profesional. Se supone que seguirá haciendo entradas perdiendo o acortando el segundo paso mientras a una mano tira la pelota al techo del pabellón, pero por lo visto su compañero Miller ha decidido que a pa

Septiembre de 2032. Las Bodas de Oro de la ACB.

Estarán conmigo en que no ha sido fácil llegar hasta aquí. Todavía hay quien dice que 50 años no son nada; no se lo creen ni ellos. En el baloncesto, dos segundos fueron capaces de contener hace ya un cuarto de siglo una canasta de un ruso de Pittsburg y un fallido rectificado en el aire de un enorme español, barbudo y medio exhausto. ¿Si en tan solo dos segundos este deporte había trucado el color de un vil metal, cambiándonos el oro por plata -y la risa por llanto- en el país del ba-lon-ces-to con 6 millones de audiencia por un día… qué no sería capaz de cambiar antes de celebrar las Bodas de Oro, de proponérselo de veras? Aquella tenía que ser la última bronca; la bronca de las Bodas de Plata, que por enésima vez sentaba en la mesa cónyuges con distintas religiones, credos y hasta zarandajas. La ACB pretendía estar de fiesta en 2007, pero la competición comenzaba para la prensa no con los análisis de las plantillas, ni en los ambientes pre-partidos, sino con la búsqueda de chicas qu