ERNIE ELS: ‘EL GRAN FÁCIL’

Algún día, cuando el golf deje de ser un asunto inabarcable e incomprensible, Ernie Els tendrá una chaqueta verde. Hoy, como ayer, como casi siempre, tendrá que conformarse con seguir el desenlace final por televisión. Salvo en un par de ocasiones, borradas seguramente incluso de su memoria, Ernie no ha podido imponer el mejor swing de la historia del golf sobre el mejor campo, el más verde, el más floreado y cuidado del planeta.
Cuando Bobby Jones se inventó esta delicia comprimida en cuatro días de paseo por el bosque, en su mente privilegiada (y muy, muy clasista; a Bobby lo que es de Bobby), se hallaba la esencia del juego, el vuelo perfecto de las bolas por encima de los árboles, de las azaleas, del rincón mejor diseñado (Amen Corner) de este deporte. Se hallaba, en definitiva, la necesidad de entregar una obra que pudiera ser disfrutada por los paladares más exquisitos, aquellos capaces de dominar cada faceta del juego. La primera, la parte mental, parcela clave para el control del torneo, ha sido llevada a su máxima expresión por dos jugadores por encima del resto, Jack Nicklaus y Tiger Woods, los señores de Augusta, los dos genios capaces de dominar unos greens llenos de trampas, de caídas dobles, de múltiples lecturas y desesperante velocidad: los campeones entre todos los campeones. Pero después de esa fortaleza mental, la belleza del campo y su diseño buscaban la perfección estética del jugador, la cadencia de los golpes, la foto insuperable de un ‘swing’ difícilmente mejorable por el ritmo del palo a través de la pelota, por el acabado sin apenas esfuerzo. Si Bobby Jones hubiera dejado escrito un lógico ganador de su torneo, alguien sobre quien tejer la perfecta Chaqueta Verde, pocos jugadores hubieran servido de mejor patrón a lo largo de estos casi setenta años de torneo que el sudafricano Els. Pero Ernie, ‘el gran fácil’ (literal y horrible traducción de su bello apodo: ‘the big easy’), sigue siendo incapaz imponer su perfecto juego sobre el perfecto campo. Este año 2009, como casi todos a lo largo de su carrera, se vuelve decepcionado de Augusta National. Ni siquiera ha podido pasar el corte. Y todos los aficionados enamorados de su ritmo, de su ‘swing’ de golf, tendremos que esperar otros doce meses para verle caminar sobre la alfombra de Augusta.
Tal vez algún día, Ernie, cuando el golf deje de ser inabarcable…

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