LA FORMULA CLASICA: FELIPES Y BULLOCKS

Artículo de diciembre de 2008... como previa del partido Estudiantes-Madrid del sábado 25 abril 09. Llega en un momento bajo para ambos.

“Hemos entrevistado a tu mujer en el descanso, Louis, y dice que le gusta mucho Madrid, y que estáis muy contentos”. Hablaba la periodista sobre la señora de Bullock, a la que enfocaron varias veces durante el Real Madrid-Estudiantes del pasado sábado. El partido de máxima rivalidad, lucha –y seguramente pierde- contra las audiencias, pero nos permitió ver un rato al tipo de equipo que acaba en clásico ACB; aquel que se construye y se aguanta sobre jugadores-franquicia, y no sobre constantes piezas de recambio. Es, por ejemplo, el Madrid de Felipe (Mumbrú, Raúl, Hervelle…) y Bullock. El peso específico del vestuario volteando un mal inicio de temporada.
¿Por qué y para qué estamos aquí? Los nuevos fichajes que llegan ahora al Madrid tienen algo más fácil la respuesta. En una ACB que nació y ha crecido (¿y morirá?) con ricos de cuna, nuevos ricos en el alambre de un patrocinio, y sobrevivientes con el descenso al cuello, este modelo de equipo ha funcionado para todo pelaje. En el siglo pasado, con el puesto de baloncestista local más estable, el éxito era la mezcla de varios de la ciudad con una estrella venida a menos (casi siempre desde los Estados Unidos) pero que normalmente cobraba más y quería quedarse. Ese modelo, por ejemplo, le sirvió a Estudiantes para cambiar de categoría entre los 80 y los 90. John Pinone fue mezclándose (y gruñéndose) con madrileños de dos generaciones, y la cosa acabó en una Final Four de la Euroliga. Mientras tanto, la Liga la ganaba el Joventut de Villacampa, Jofresa y Corney Thompson, pero venía de ganarla el Barça de Epi, Solozábal y Norris, y en el pelotón de esforzados sobrevivía, por ejemplo, el OAR Ferrol de Manolito Aller, Loureiro y Lavodrama.
Después llegó Bosman con su ley, y la movilidad aumentó, aunque el concepto de equipo clásico ha seguido vigente: jugadores de cerca y lejos que mezclan bien (ahora también sus sueldos), cumplen objetivos y duran para el aficionado: en este siglo ya lo son el Tau de Scola (criado para el baloncesto de elite con acento vitoriano), Vidal Calderón y Bennett; el Barça de Navarro, Dueñas, De la Fuente y Bodiroga; o el Canarias de Martínez, Guerra, Moran y Savané… Ahora Joventut, Unicaja, Bilbao, Madrid, todos persiguiendo esa fórmula que garantice estabilidad, y llene de gente el pabellón.


Diario Público, dic. 08

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