LA EXPERIENCIA O EL TIRO EN SUSPENSION

Durante este tercer partido Madrid-Penya disfrutábamos del precioso estilo del Joventut. El trabajo de Sito Alonso además de muy meritorio debe ser muy entretenido: su baloncesto fluye, van y vienen liderados por la carismática presencia de Ricky. Lo asociábamos, además, a un concepto muy atractivo para los románticos: el jugador de 'vieja escuela'. Nos sentimos altamente cercanos, por ejemplo, al baloncesto de Pau Ribas. Cada suspensión tras bote, a cinco metros del aro, es un homenaje a los grandes aleros pequeños que se ganaban -peor- la vida hace algunas temporadas.
Pero este deporte, como todos, ha ido evolucionando a base de la mejora en los entrenamientos, del descubrimiento de nuevos métodos de trabajo. Sobre todo ha evolucionado por la materia prima que pisa la cancha. En la ACB cada día se juega con más intensidad, se utiliza más el cuerpo y se cuenta con más información del rival. El baloncesto sigue siendo un juego, sí, pero se ha convertido en la herramienta profesional de mucha gente; a mayor dedicación, mayor complejidad, más ciencia.
En este escenario, sobre todo en un playoff donde el triunfo viene por acumulación, el Madrid fue superior a la Penya. Su juego puro quizá no sea tan estético, pero su entrenador es algo más veterano y lo mismo ocurre con los jugadores: llevan más tiempo en el negocio. Estos partidos exigen sobre todo la experiencia profesional. Meter al público en la cancha, chocar mucho, usar los errores del contrario y evitar los propios, acabaron siendo los factores determinantes. Dicho esto, pedimos que Ribas no deje de tirar esas preciosas suspensiones, por favor. Nos acaban de conceder el Mundial 2014, y para entonces todo lo demás ya lo habrá aprendido de sobra.

Diario Público, 24 mayo 09

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