LOS MEJORES DE LA HISTORIA

Un opinador en la web de Marca se mostraba feliz por estar viviendo la mejor época deportiva de la historia, en la que coinciden, por ejemplo -y según él-, el mejor tenista de todos los tiempos (Federer), el mejor velocista (Bolt), el mejor nadador (Phelps) y el mejor ciclista (Amstrong). Inmediatamente, otro forero le completa la lista con el mejor golfista (Tiger), y los mejores en el mundo del motor, el italiano Rossi, y el piloto de rallies Loeb.
Todas estas listas, tan atractivas de hacer, y tan jugosas para tertulias de vacaciones con la copa en la mano y la panza llena, es posible que no tengan demasiado sentido cuando incorporan deportistas en activo.
Sería bueno incidir en el caso de Federer, por ejemplo, o en el de Lance Amstrong, con respecto a otras épocas. Es evidente que nadie ha pegado un drive o un revés como el suizo tenista, y que nadie ha corrido tan rápido sobre una bicicleta como el americano. Es evidente, además, que lo han hecho en la época de máxima repercusión audiovisual, con el deporte como uno de los pasatiempos globales capaces de llegar al último rincón de la aldea más inhospita del país más remoto.
(Eso lo sabe el presidente Pérez, por cierto, y por eso ha cambiado la lógica presentación de un equipo, que difuminaría los impactos directos de cada una de las partes, por la lógica del individuo como icono, con un foco de artista-solista que le repercuta sin dispersión posible sobre el stock. Si Pérez presentara a todo el Real Madrid con Ronaldo y Kaká, y con las mismas 90.000 personas que acuden a la llamada del libro Guinness, y después abriera la tienda, la gente podría dispersarse con los impactos recibidos. Ronaldo aislado es inmejorable, pero, ay, rodeado de compañeros, tal vez, necesite mejorar).
Volviendo a Federer y Lance, ganadores fundamentalmente individuales, el reproche es evidente; calcularon demasiado los riesgos como para merecerse el primer lugar en su fila. Lance sólo quiso ganar una gran prueba (el Tour), despreciando el resto de retos del calendario, y Federer ha querido depender únicamente de sí mismo, evitando liderar a su país hacia el triunfo en una Copa Davis.
Los casos de Tiger o Bolt, también llevan asterisco: el primero todavía no se considera a sí mismo a la altura de Nicklaus, y lo ha declarado recientemente ("Jack ganó 18 'majors', yo todavía no"), y al jamaicano le sobrán récords, pero le faltan aún medallas de oro en las grandes competiciones.
Seguramente, Phelps (de motor, ni idea, aunque sabemos que a Rossi lo también le quedan grandes premios para llegar hasta Agostini), sería el único incontestable en esa lista. Él sí es la unidad de medida de su deporte (oros olímpicos; récords en sus pruebas), sin discusión posible. Con él, entraríamos en posibles discusiones cualitativas: "pues a mi me parecía más elegante Spitz...". Con el resto, hay cantidades encima de la mesa que favorecen a mitos anteriores... de momento.

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