RAFA ES DE LOS NUESTROS


Con motivo de uno de sus imposibles triunfos, tratamos de traernos a los seguidores incondicionales de Rafa a este lado de la red para que vieran lo que se sentía; la impotencia del que quiere darlo todo y se encuentra a un animal (que no tenista) superior del otro lado.
De repente, entre lesiones y cosas, Rafa se ha vuelto de los nuestros. De la tribu -superpoblada- de los simples seres humanos; de los que pueden perder incluso dos días seguidos. Comentaba Emilio Sánchez Vicario que una parte del problema actual de Rafa tiene que ver con las limitaciones técnicas. Por ejemplo, el saque. Rafa es diestro de mano, pero sirve con la zurda. En el resto de los golpes eso no limita demasiado, pero para la velocidad del saque es crucial. ¿Por qué? Por algo muy simple; Rafa no puede imprimir ni toda la potencia ni el golpe de muñeca final que es lo que da velocidad a la bola, con su mano no dominante.
Seguramente Emilio tiene razón. Necesitaríamos a alguien que fuera capaz de estudiar la física del movimiento para rebatir eso, si es que es rebatible. Emilio, oigan, es un exprofesional que se ha dedicado además a montar academias de tenis y a entrenar figuras de primer nivel. Algo, o mucho, o casi todo, debe saber al respecto.
Pero entonces, ¿es que Rafa saca ahora peor que hace apenas 6 meses, cuando parecía que su reino no era de este mundo? Evidentemente no. El saque de Rafa ha sido siempre el mismo. ¿Y su drive? ¿Y su revés? ¿Y su -escasa- volea? ¿Y su físico?
Entonces, ¿qué ha cambiado?
Nada. O apenas nada. Eso es lo impresionante del tenis a ese nivel. Y eso es precisamente lo que trataba de transmitirnos Nadal cuando los rivales caían como moscas, uno tras otro. "No soy superior -advertía-. Solamente soy alguien capaz de hacer mucho más de lo posible por ganar".
(Paréntesis: una terrible injusticia, además, se viene cometiendo con Rafa, invencible o humano. Y es su comparación al mismo nivel, por ejemplo, con Pau Gasol. En estas páginas nos encanta Pau, como ha quedado demostrado en muchas ocasiones, pero ha llegado el momento de poner a cada uno en su sitio. La comparación entre Rafa y Pau, uno a uno, es la comparación entre el Kobe Bryant del tenis -que sería Rafa- y el Pau Gasol del baloncesto. Es decir, entre uno de los dos mejores de los últimos 6 años en su deporte, con uno de los 10-15 mejores de los últimos dos años en el suyo. Rafa y Pau son españoles, sí, son grandísimas estrellas, sí, estupendos embajadores y amigos, vale, pero si queremos pasar de Rafa a Pau tenemos que descender un escalón. Es pequeño, de acuerdo, pero es injusto situarlos en el mismo nivel de excelencia en su deporte. Aquí pensamos que Rafa en tenis está un escalón por encima de Pau en baloncesto. En las malas -o menos buenas- es el momento de comentarlo).
Lo único incomprensible de Rafa estos últimos años, tenía que ver con su actitud en la pista. Rafa siempre fue uno de los nuestros; uno que podía y debía perder de forma mucho más habitual, pero el animal que llevaba dentro se negaba a asumirlo. Y el triunfo de su parte animal estuvo a punto de llevarse incluso al extraterrestre Federer (un supertenista sin títulos de Copa Davis, por cierto) por delante. Ahora que lo está entendiendo; ahora que cree que puede -y que debe- perder, y sobre todo ahora que los demás lo saben; ahora que Rafa se ha venido (o le han traído) a este lado de la red, es cuando deberíamos apoyarle todos a una.
¡Vamos Rafa!
Su impotencia estos días es la de todo ser humano deportista. En realidad, Rafa siempre lo fue. Sería injusto dejarle solo en la preciosa estética de la derrota.

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