EL SIRVIENTE DE LA CAUSA


Decía Brian Shaw (ex jugador NBA de diversos equipos) sobre el ‘Sirviente de la Causa’: “He’s not just giving us basketball knowledge. He open all kind of areas. You come to practice thinking, ‘what’s he’s going to teach me, what’s he’s going to show me?’”
El Sirviente de la Causa, artículo de referencia en la serie The Best American Sports Writing, del libro del año 2003 (lamentablemente el único que pude –o supe- comprar cuando estuve en Nueva York aquel año), hablaba de Phil Jackson. El artículo lo firmaba una periodista de Los Angeles, Elizabeth Kaye, y el nudo -casi 16 páginas del libro- se hacía en torno a la relación de Jackson con Los Lakers de Shaq y Kobe. Pero también, lógicamente, con continuas referencias a su vida anterior, y a su vida paralela, esa especie de nebulosa mitad zen (“when he was having us do yoga and taichí –seguía diciendo Brian Shaw- everybody kind of looked at each other at first and said, He’s crazy…), mitad terrenal (“two marriage, five children, twice divorced”).
Ayer tuve un encuentro mitad zen (un personaje de culto), mitad terrenal (en un vips madrileño). Fue un simple café. Enfrente, uno de los mejores periodistas de su generación (solicito permiso al amigo Cifuentes para cambiar el destino de la frase, dirigida en su origen a Pedro J Ramirez), el más reconocido especialista NBA de nuestro país, Antoni Daimiel, nuestra mejor versión deportivo-periodística del auténtico Sirviente de una Causa.
Cuando uno se toma un simple café con alguien que cuenta con 3000 seguidores a dos frases y un enter de su i-phone (as simple as twitter), de primeras asusta. Es lo que le ocurrió a Brian Shaw con Jackson, supongo: “¿Pero Phil no es un simple entrenador de baloncesto? …” Inmediatamente después, Brian Shaw y esta carta se unen para entenderlo; ‘Damn, he (ya sea Phil o Antoni) does know what he’s talking about”. Por eso les siguen, obviamente. Pero la clave no son sus causas -en realidad y en ambos casos la misma, el baloncesto, la NBA-. La clave es lógicamente la otra parte del titular; sus servidumbres.
“Esta noche, Pablo, hay un Milwaukee-Chicago a las 3am. Yo no lo doy, hoy descanso. He decidido no verlo, tío, porque realmente debo dormir más. A ver si tengo fuerza de voluntad y lo veo en diferido”.
PJ, según Steve Kerr, solía escribir en la pizarra del vestuario: “treat your job and every day at work as if the fate of the world depended on it, but remember that nobody cares”. Intuyo que Antoni vio en directo el partido de Milwaukee. Y aunque está remontando la putada que le ha hecho el ‘negro’ Montes muriéndose, y aunque en Digital + ya lo valoran como cree merecer, ni las ojeras ni su aire algo lunático se irán jamás, porque las servidumbres, tío, son las servidumbres.
Pero resulta que en realidad a la gente sí acaba por importarle lo que hacen sus Sirvientes: Phil, o el Príncipe de la Noche, o el ¡¡amigo Daimiel!! del que acaba interesando hasta su café de las 5 con ex jugadores ACB. Por todo ello, el artículo americano y esta cartadeportiva tienen un mismo y único final posible...

“The victory is that his life has become what the Game (of basketball) has been for him (them/us) all along: ‘a liberating exercise’”.

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