EL PRIMERO DEL PAÍS, EL ÚLTIMO DE LA FILA (Y TERCERA PARTE)


¿Qué se le puede regalar a alguien que lo tiene todo? Fue el planteamiento en The Game, con Michael Douglas como exitoso millonario al que su hermano, Sean Penn, decide hacer un obsequio con lección moral, pero se le va algo la mano con los proveedores del servicio. Sin embargo, el regalo que se encontró de un día para otro el millonario, exitoso y prácticamente prejubilado entrenador Jackson en el equipo fue como si el mejor hermano posible hubiera pasado por Rodeo Drive y los tenderos lo hubieran elegido como el comprador un millón. Porque lo que Mitchell ‘Mitch’ Kupchak (ese manager al que el ‘gordo’ Barkley se refiere con una mezcla de ironía e incredulidad; leñero jugador de los años 80 convertido en hábil gestor) compró a precio de saldo para Jackson hace apenas dos navidades fue no solamente la pieza que le venía faltando desde hace tiempo al triángulo ofensivo de los Lakers, sino también una recarga completa de la batería de un aburridísimo Kobe Bryant. Un ‘power-forward’ con movimientos de poste bajo pero también con tiro de 5 metros; un ‘7 pies’ capaz de descifrar el aroma de un partido y con el hambre atrasada de quién, como dijo Bill Walton, otro grandísimo maestro del negocio en los años 70-80 y padre de Luke, compañero de Pau, “jamás tuvo antes la oportunidad de probarse a este nivel”.

Cada día que pasa queda más claro que el ‘robo de Gasol’ para que Los Lakers simplemente pudieran optar de nuevo al anillo, o para proyectar a nuestro deportista del año hacia cotas jamás alcanzadas, ni soñadas, por cualquier baloncestista nacido en España, era tan solo parte del botín de uno de los grandes traspasos de la historia de la liga. Porque lo que ni siquiera el bueno de Mitch intuyó entonces, era la posibilidad de estar creando con el fichaje de Pau una nueva pareja de leyenda para el imaginario colectivo de la NBA, negocio experto en trocear equipos ganadores multiplicando por partes su mito y su marketing. Kobe Bryant y Pau Gasol se han situado en año y medio de compañeros de equipo, y eso muy pocos podían anticiparlo, ni ahora discutirlo, como la mejor pareja de estrellas All-Star con anillo de campeón en una Liga que suele convertir en oro cualquier cosa que lo remita a sus mejores días de vino y rosas. Estamos hablando de parejas dinásticas como fueron en su día Bill Russell/Bob Cousy, Oscar Robertson/Lew Alcindor, Magic Johnson/Kareem Abdul Jabbar (Alcindor convertido al Islam), Isiah Thomas/Joe Dumars, Michael Jordan/Scootie Pippen o el mismo Kobe con Shaquille O’Neal, todos ellos lógicamente situados todavía uno o varios peldaños por encima, pero con nuestro premiado deportista con derecho a colocarse el último en la fila más elitista de su profesión; la que acaba separando definitivamente a los símbolos deportivos de un país de las leyendas planetarias.

DIARIO PÚBLICO, 27 DIC 09

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