TIGER Y SERGIO, UNA DECADA DESPUES (y II)


¿Qué podemos esperar de ambos a partir de ahora?
El golf es, de todos los deportes profesionales, el juego que cumple con mayor fiabilidad aquello de… ‘el que resiste, gana’. Y esa resistencia sólo puede venir del verdadero Amor al juego. El ‘Love for the game’ tan usado por ejemplo en baloncesto (quien no recuerda a Magic Johnson o a Michael Jordan en alguna de sus entrevistas haciendo referencia al concepto con una amplia sonrisa, tan contagiosa) es la única tabla de salvación para todo aquel que aspire a una larga carrera deportiva. Estamos hablando de toda una posible vida laboral alrededor de este juego tan complejo. Tiger y Sergio, con treinta y pocos años cumplidos, llevan más de diez años disputando todos los grandes eventos con la presión de poder ganarlos, y podrían (y deberían) estar así otra década entera, como mínimo.

Todo aficionado veterano recuerda el Máster de 1986 en el que Ballesteros y otros jóvenes favoritos, cedieron ante Jack Nicklaus, que con 46 años se llevó el torneo y fijó la marca de ‘grandes’ en los 18 que todavía se mantienen como récord a batir. Hace apenas un año, uno de los rivales de Nicklaus en los años 70 y 80, Tom Watson, protagonizó una de las hazañas más impactantes desde que el golf es un deporte disputado de un modo tan masivo, pues fue capaz de llegar hasta el último tiro de la última ronda del British Open con posibilidad de ganarlo. Watson acababa de cumplir 60 años, pero su lenguaje corporal a lo largo del torneo, su mirada, su intensidad, eran los de cualquier joven amante de su profesión ante un reto posible.


Sergio García ha fallado de nuevo el corte en el campo de Whistling Straits, uno de los campos, por cierto, más impresionantes que hayamos visto en los últimos años (merece la pena seguir el torneo sólo por disfrutar de la belleza de esta joya llena de ‘bunkers’ junto al lado Michigan), mientras Tiger ha perdido en la tercera jornada, salvo milagro, todas sus opciones. Tras el torneo, Sergio dejará de jugar dos meses al golf (eso es lo que ha declarado a los medios, pues ha dicho que necesita recuperar la pasión por competir), y Woods seguirá sin entrenador, metido de lleno en su proceso de divorcio, y tratando de recomponerse como individuo casi antes que como número uno de su deporte. A esto se añade la capacidad del golf para llegar a más gente y, por tanto, para producir más jugadores profesionales capaces de disputar los torneos hasta el último tiro.

Tiger y Sergio iniciaron su historia común en un PGA Championship hace ahora 11 años. Fue la historia del ganador y de su ‘runner-up’ tan carismático’. Por diferentes razones, les toca alejarse de los primeros puestos en los torneos. Les toca renovar sus votos matrimoniales con el Juego del Golf. “En las (pocas) victorias y en las (numerosas) derrotas, hasta que la vejez nos impida pegar un drive de al menos 250 yardas y el temblor en las manos nos mueva la línea del putt”.

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